sábado, febrero 11, 2012

Mr. George Eastman SANTO DOMINGO y la KODAK


Zapato aproximándose a su puerto natural (foto: Faustino Pérez)

Por Miguel D. Mena

Ahora que Kodak deja la producción de cámaras, tiene su encanto recordar cómo comenzó todo ese negocio, ¡con la imagen de Santo Domingo en el fantasear de George Eastman!. Es un poco el sueño americano torpedeado –a la postre, certeramente- por las delicias tropicales.

A sus 24 años, el expediente de aquél joven no era muy inusual: nacido en 1854 en un suburbio de Nueva York, su padre muere cuando él apenas tiene ocho años. Seis años después, el futuro inventor, tiene que dejar la escuela. Trabaja entonces como mensajero y quiere ver si funciona como contable.

En 1877 la República Dominicana todavía es “San Domingo” en la prensa norteamericana, una tierra casi-de-nadie, que bien recae en manos de España como teme volver a las de su vecino Haití.

Gracias al Harper’s Magazine en el Norte se enteran de uno que otro proyecto de arrendamiento de la península de Samaná, mientras dos libros cimentan la importancia de nuestra media isla: “Santo Domingo, Past and present, with a glance at Hayti” (1873), de Samuel Hazard, y unos cuantos años antes, “Facts about Santo Domingo, applicable to the present crisis (1862), de Joseph Warren Febens. A no dudarlo, se debió haber embriagado con esos grabados en el libro de Hazard.

Mientras tanto, el joven George entró a los veinte fascinado por la naciente industria de la cámara fotográfica, pasándose horas en la cocina de su madre –convertida con frecuencia en laboratorio- y obligado a trabajar en un banco.

Estaba en esas cuando se le ocurre ir a fotografiar en la República Dominicana. El trabajo de armar el “equipo fotográfico” se debía parecer al de embalar una pequeña mudanza, por la cantidad de objetos: químicos, planchas, placas, lentes, lonas. No pudo viajar sin embargo. Se quedó varado en ese 1877. De aquella frustración le salió una gran chispa: todo el utillaje fotográfico se debía aligerar, de manera que ir a tomar foto no fuese como trasladar la casa propia.

La historia que pasó con George Eastman y con la casa Kodak que fundó en 1880 es ya muy conocida.

A veces me pongo en alguna neurona de aquel joven Eastman: los accesos a la “Isla” –cualquiera que sea tu definición de la misma- se te pueden dificultar, pero siempre hay que insistir en buscar esa imagen, la delicia de esa palma… Tal vez salgan algún buen invento…

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