miércoles, mayo 30, 2007

PARED ABSTRACTA 2 (foto: FAUSTINO PÉREZ)


PAPOTE EL DE TONGUITA VIAJA A "SANCRI" PASANDO POR "KILÓMETRO"

PAPOTE EL DE TONGUITA VIAJA A “SANCRI” PASANDO POR “KILÓMETRO”

Por FAUSTINO PÉREZ

El tema de los nombres, de las denominaciones y de las identificaciones, es muy complejo entre los dominicanos, además, de ser extraordinariamente variopinto con todos sus bemoles.
Al afirmar esto no pretendo ser locuaz, ni tampoco tener mucha labia, ni mucho menos “dar muela”, en definitiva, ser un “muelú”. Por si las moscas, también, añadiré que no uso cadenas en el cuello, y por consiguiente no soy un “cadenú”, pero la verdad es que cuando uno se traslada de la “capi” (capital) a “Sancri” (San Cristóbal), pueden ocurrir muchas cosas en esos treinta kilómetros, sobre todo si se viaja vía “kilómetro” (Carretera Sánchez), y se vive por la “Charly” (Avenida Charles de Gaulle), en “Brooklyn” (del lado este del río Ozama, que divide la ciudad de Santo Domingo).
De Santo Domingo a San Cristóbal, existen dos rutas principales, como saben los lugareños, y la que tiene más demanda es precisamente la que pasa por “kilómetro”, que dicho sea de paso nadie sabe exactamente dónde están, ya que no existe ninguna señal que los identifique. En el trayecto vimos numerosas motocicletas conocidas como “motores”, y muchos de ellos andan “conchando”, es decir, llevando pasajeros, por las rutas del “motoconcho”. También, observamos varios vehículos destartalados, llamados “chatarras”, que por supuesto, pasan “misteriosamente” una revisión anual conocida como “la revista”, a base de “payola” (soborno).
Ya las “banderitas” o autobuses urbanos pintados con los colores de la bandera dominicana: rojo, azul y blanco, no se ven, y han aparecido otros llamados “onsa”, en lugar de pronunciar correctamente las siglas OMSA. Uno de los pasajeros llevaba una “tercia” de ron en el bolsillo trasero, la cual contiene un cuarto de litro, y que ahora llaman un “beeper”. El beeper no es más que un radiolocalizador o buscapersonas, ya prácticamente obsoleto debido a los teléfonos móviles, que no son más que los celulares, pero aún se le sigue llamando así a la botella de tamaño pequeño de esa bebida alcohólica.
En eso sonó un celular, y alcancé a escuchar una jerga que pude identificar como la de un “dominican-york” (residente dominicano en los EE UU), de esos que hablan “espanglish” (mezcla del español dominicano y del inglés estadounidense), y que nacieron en “sabana church”, o sea, en la población de Sabana Iglesia de aquí en el país, y luego emigraron. Los que se comunican con esa mixtura de idiomas, no tienen por qué saber que eso mismo le pasó al latín en sus buenos tiempos. El pasajero se identificó como Papote el de Tonguita, y poco a poco me fui enterando de la conversación sin pretenderlo siquiera, sencillamente, porque hablaba en voz alta.
Parece ser que Papote dejó un pequeño problema no resuelto en los “países” (los EE UU), y mencionó el “jonatena” (home attendant), y le preguntó a su interlocutor que si todavía tenía ese “yobito” (diminutivo de ”job”), y que si ya se estaba poniendo “suera” (sweater), y que cómo estaba la “boila” (boiler). Le dijo también que tenía que ir a la “marketa” (market), a comprar una “brum” (broom), para barrer la “yarda” (yard); y que tuviera cuidado de no tirar cosas por la “uindo” (window), porque el “super” (superintendent), se podía disgustar. Y si la llave estaba “liquiando” (licking), le podía dañar el “rufo” (roof), y la “furnitura” (furniture), o el “biuro” (buro), al “neibor” (neighbor) de abajo; que hiciera un “apoinmen” (appointment) con el “plomero” (plumber), porque no quería ningún “complein” (complaint), y que no se preocupara por los “bile” (bills). Le aconsejó que bajara al “beisman” (basement) para conversar con el “lanló” (landlord), del “bildin” (building), acerca del “gabech” (garbage); y que tuviera cuidado con la “ganga” (gang) de la “corne” (corner), que entran al “beisman” a “esnifiar” (sniff) y a “foquiá” (fuck), y le pueden hacer un “joló” (hold up), porque esos tipos no tienen ni una “cuora” (quarter).
Al final Papote le dijo que iba para una “beiqueri” (bakery) a comprar un “quei” (cake), y otras cositas para “lonchá” (lunch), para cantarle “japiberde” (happy birthday) a su “dota” (daughter); pero que no era un “pari” (party) grande, sino, familiar, y que iba a aprovechar para ir de “chopin” (shopping) otro día. Que en ese momento estaba pendiente del “sain” (sign) para no pasarse del “beiqueri”, porque le dijeron que estaba después de una “fensa” (fence) amarilla, y que la “voladora” (minibús) andaba “brisiá” (como la brisa, es decir, rápido).
Al final le mandó muchos saludos a Mello el del barrio, y a su compadre Macorís, dijo “bai” (bye), y le comentó: “yo te llamo pa’trá” (I’ll call you back) y “un tró” (truck) de besos para los “ki” (kids). Todo lo anterior salpicado con una muletilla oral: “¡shit man!”, la cual articulaba y repetía con mucho énfasis en el mejor estilo de Harlem.
El mote de Tonguita me trajo a la mente el hecho de que nosotros solemos identificar a las personas en función de otra, (Papote el de Tonguita, Chucho el de la flaca), o de su profesión, (Josué el mecánico), de su estatus social, (Malasaña el riquito, Yuniol el hijo de la viuda), o bien, de la población o barrio de origen, (Momongo el sancarleño), e inclusive, de un establecimiento, comercial o no, (Félix el de la ferretería)… Esta costumbre quizá tenga un origen andaluz o de las Islas Canarias, o si no, pregúntenle a El Niño de la Capea, o a Manitas de Plata.
Mucho más complicado resulta ser la identificación de las personas por el color de la piel, y solemos emplear decenas de eufemismos huyendo de la realidad. Como se sabe entre nosotros los dominicanos no quedan aborígenes, porque su población fue diezmada, y por ese motivo, fueron traídos esclavos del África para sustituir la mano de obra aborigen, que no soportaba los rigores del trabajo forzado, ni tampoco estaba inmunizada contra las enfermedades importadas. Normalmente al negro se le dice “moreno” o “prieto” aquí, nunca “negro”, para no ofender; y al que está mezclado como los mulatos y mestizos, son los que complican las denominaciones por las combinaciones posibles, y a esos se le llama “indios”, porque con el blanco o caucasiano europeo no hay confusión posible, al igual que sucede con el negro procedente en origen, en contra de su voluntad, del África subsahariana, y por lo tanto descendiente de aquellos esclavos.
En realidad las combinatorias raciales están bien estudiadas, y cada una tiene su denominación, empero, la gente no las conoce y por eso se inventan apelativos que pueden resultar hasta graciosos, tales como: indio-claro, indio-oscuro, indio-jabao, indio-café con leche, indio-melao, moreno-lavado, prieto retinto, prieto de ojos verdes, negro- azul marino, prieto-morao, moreno-morao, negrita-saltapatrá, blanquito con cara de prieto, blanquito-jabao, morenita tirando a indio…y así hasta el infinito. Algunos de estos apelativos, incluso, aparecen en los documentos de identidad.
Lo curioso resulta cuando dos negros se insultan, ya que lo primero que se dicen es: “maldito negro”. Sin embargo, cuando su mujer le dice cariñosamente “mi negro” al marido, no se ofende; de idéntica forma ocurre en los casos en que al padre se le llame “viejo”, ya que en ambos ejemplos son términos que expresan ternura y cariño.
Lo que sí es un insulto visual, es tener el pelo “malo” (rizado o encrespado), en contraposición al pelo “bueno” (lacio o liso), como si los cabellos tuviesen un comportamiento humano o fueran culpables de algo.
Otra particularidad dominicana en cuanto a nombres se refiere, consiste en convertir en la práctica al apodo o mote, en otro nombre intercalado con el original, como ejemplos tenemos: Luís-Lucho-Gómez, Enrique-Kico-Rivas, Rafael-Fellito-Pérez, José-Oché-Sánchez, Victor-Vitico-Rodríguez, Teófilo-Quique-Martínez, y así por el estilo.
En mi ruta por “kilómetro”, ya la “Feria” (Centro de los Héroes) había quedado atrás, lo mismo que el “Hospital Angelita” (Hospital Robert Read), y esas edificaciones tenían el mismo porte que “el Huacal” (Edificio de Oficinas Gubernamentales), o del “Huacalito”, más modernos éstos últimos, pero con “tributarios” (intermediarios), para atender a los incautos y a los analfabetos. También, pude contemplar algunos negocios de “turcos”, oriundos no de Turquía, sino de Siria, de El Líbano, o de la etnia palestina. No obstante, pensé que eso mismo se hace en la hermana república de Cuba, donde se les llama “gallegos” a los españoles; y en la mismísima España, nos conocen como “sudacas” a los latinoamericanos, a raíz del gran éxodo que hubo sobre todo del Cono Sur de Sudamérica, provocado por el ascenso al poder de las dictaduras durante la década de los años setenta.
Le dije al “picher” (“cobrador”, ya casi en desuso el término), que me avisara en “Sancri” dónde tenía que bajarme, y al hacerlo para mí no fue ninguna sorpresa el que la mayoría de las calles estuvieran sin rotular. Después de mucho preguntar llegué, pero entonces tenía el problema de encontrar la casa “número catorce amarilla”, al lado de la “javilla” (árbol con muchas espinas en el tronco). Esa residencia evidentemente era diferente de la “catorce con galería”, o de la “catorce de dos pisos” o de la “catorce que tiene una peluquería”. Este sistema es un atraso, pero tiene la ventaja de que obliga a uno a preguntar a los demás, y puede servir para hacer amistades al tener que iniciar la conversación. Esa forma no está prevista en el libro de “Cómo Ganar Amigos” de Dale Carnegie.
Perdido como estaba, y después de mucho sudar bajo el abrasante sol tropical, y de reflexionar mucho, y ponderar la situación, me juré a mí mismo que la próxima vez que me suba a una “guagua” (autobús), será en una “voladora” que hace el recorrido: “Dualte con Parí-Venezuela-Lo Mina-Mameye-Coco-Farallone-Cacata, donde lo sombre pican y la mujere matan”. (Traducción: Duarte con París-Venezuela-Los Mina-Mameyes-Coco-Farallones-Cacata, donde los hombres pican y las mujeres matan).

miércoles, mayo 23, 2007

CARDUMEN ABSTRACTO por FAUSTINO PÉREZ


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"QUÍTATE TÚ PA' PONERME YO"

“QUÍTATE TÚ PA’ PONERME YO”


Por FAUSTINO PÉREZ



Cualquiera que escuche las estrofas de la canción “Quítate tu pa’ ponerme yo”, podría pensar que el compositor se inspiró en los dominicanos y su tratamiento del espacio. Yo estoy seguro que mucha gente se va a sorprender al leer este ensayo, porque hay malas prácticas que ya están tan y tan arraigadas, que se consideran como normales aquí, y en realidad no lo son, o no deberían de serlo.
De hecho, nosotros hacemos un uso atropellador y agresivo del espacio, con todas sus consecuencias, y eso nos perjudica la salud, y por ende, nos afecta los bolsillos, y encima, quedamos como maleducados y sin civismo, aparte, de que puede ser una práctica peligrosa porque más de uno ha sufrido por ello, incluyendo la muerte. Aunque la defensa del territorio sea una motivación básica en todo mamífero, aquí el tema adquiere unos matices increíbles. Cada vez que se le rompe la "burbuja de protección de la personalidad" a alguien, esa acción, como mínimo produce una tensión.
Los ejemplos abundan. Quizá la palma se la lleven los motoristas, quienes por un lado, en su desesperación enfermiza no acostumbran a respetar los semáforos, ni mucho menos los pasos de cebra; pero también se suben a las aceras y aceleran avasallando a los peatones. En esta última “especialidad”, es probable que los repartidores de los colmados, conocidos como “deliveries”, sean quienes más violen las leyes, y además, rebasan por donde les da la gana, y no respetan las calles de sentido único. Muchos choferes tampoco acostumbran a respetar los cruces peatonales ni las aceras, “porque ellos pagan impuestos”, sin importarles si las echan a perder, ni la vida de los viandantes.
Es raro el conductor que no tenga algo con qué defenderse, desde un arma blanca como puñales, machetes, punzones, cuchillos, navajas, etcétera; o de fuego, como revólveres, pistolas, escopetas y ametralladoras ligeras, hasta bates de béisbol, garrotes, cadenas, manoplas o cualquier cosa que sea contundente o que sirva para hacer daño. ¡Es una verdadera selva de asfalto!
Tampoco muchos motoristas y camioneros obedecen las señales de no circular por determinados lugares como los pasos a desnivel o por los túneles de la ciudad. Los “cocheros” andan sin ningún control con sus carruajes de tracción animal, y da asco el olor nauseabundo que provocan sus caballos justo enfrente de los hoteles de lujo, al evacuarse y orinarse en plena vía pública, en especial en el Malecón, y los dueños de los “coches” ni se dan por aludidos, dejando los excrementos en plena avenida.
Aquí es casi una costumbre cuando un conductor atropella a alguien, el alejarse de la escena del accidente los más rápido posible, si puede salirse con la suya, y sin importarle la vida de nadie. Esto significa que un porcentaje cuantificable de los conductores son asesinos prófugos, - aunque haya sido involuntaria su acción - , no en potencia, sino de hecho. En los casos en que hayan pocos testigos, en especial en una carretera, los lugareños presentes en el lugar suelen desvalijarlo todo, incluyendo las pertenencias personales de los muertos y heridos. Si se trata de un transporte de mercancías, y sufre un accidente, lo típico es que lo saqueen.
En los barrios periféricos los traficantes defienden a tiro limpio o a pedradas y botellazos, sus espacios, y sus “puntos de venta de droga”. Pero eso mismo sucede en México, en Colombia o en Venezuela, y en otros lugares. Los llamados “dueños del país”, es decir, quienes controlan “las rutas”, del transporte urbano, venden dichas “rutas”, para enriquecerse aún más en detrimento de las mayorías, y eso no debería de ser un privilegio privativo de ellos.
Las mujeres que conducen, aparte de tener que soportar el machismo agresivo de los conductores, ellas suelen trasladar todos sus caprichos culturales e inseguridades al volante, y por eso están tan mal vistas por sus homólogos del sexo contrario, aunque algunas conducen muy bien. Los hombres, a su vez, le imprimen toda su inmadurez a la acción de conducir. Se sabe de casos en que un vehículo ha rozado a otro, y esa acción ha provocado agresiones y muertes evitables e innecesarias. El colmo es que mucha gente da marcha atrás y apenas miran, sin importarles lo que hay detrás, y otro porcentaje apreciable, no sabe cómo hacerlo de forma correcta.
Hay que reconocer que en un “tal para cual”, los peatones tampoco tienen civismo al cruzar por donde no deben; es más, es raro que sepan cómo se debe de cruzar una calle. La mayoría se lanza por cualquier lugar, a cruzar como sea, y sin siquiera mirar los semáforos. Esto implica que los pasos de cebra están, aparentemente, para decorar las calles, porque ni los conductores los respetan, no los caminantes los usan. Si alguien se aventura a cruzar como debe ser, entonces, tiene que cederle el paso a los que andan motorizados, de lo contrario se juega la vida, y en teoría debería de ser lo contrario.
Hay que añadir, los perros callejeros que se multiplican sin control y que ocupan espacios en las ciudades, muchas veces de forma agresiva, ya que ni el Ayuntamiento, ni tampoco Salud Pública se dignan a tomar cartas en ese problema sanitario. Una vez hice un viaje a Santiago de los Caballeros, y por curiosidad me puse a contar los perros muertos por atropellos en la autopista de 160 kilómetros. Al final pude contabilizar más de veinte. En la Universidad Autónoma de Santo Domingo, Primada del Nuevo Mundo, aparecen canes sarnosos hasta dentro de las aulas. Antes eso se controlaba, y en tiempos de la tiranía hasta se lavaban las calles de noche, pero hemos ido involucionando. Otras plagas son más difíciles de controlar como las ratas y los mosquitos, que son las que más afectan a la población.
Deberían de aprovecharse ciertas actividades como la llamada Feria del Libro, la cual abarca mucho más que eso, para enseñarles a los niños, aparte de cómo hojear un libro, el aprender a cruzar una calle, o a lavarse las manos después del desayuno escolar, o bien, a depositar la basura en las papeleras, y así por el estilo. Si los escolares son llevados a la Feria a corretear, a fastidiar, y a tomarse un día de asueto tanto ellos así como también su profesores, entonces, lo que están es perdiendo un tiempo que debería de ser aprovechado en actividades más útiles para los alumnos. Es importante que se les expliquen las actividades y lo que se exhibe en la Feria.
En la calle también se producen otras prácticas curiosas. Por ejemplo, algunos “cuidadores” de vehículos prácticamente “parcelan” las vías y las convierten en garajes privados nocturnos, naturalmente, “administrados” por ellos. Otros “cuidan” el auto y se muestran prestos para cobrar o pedir una propina, pero si ocurre algo, como podría ser un robo, no aparecen para dar la cara. En la playa de Boca Chica hay restaurantes y hoteles que también parcelan el agua del mar, pero lamentablemente, la privatización ilegal de las playas se da en todas nuestras costas.
Cada rato veo conductores que ocupan dos carriles de la calle al transitar, o conducen por el carril de la izquierda a baja velocidad, “porque así es como a ellos les gusta manejar”. Hay quienes aparcan en doble fila frecuentemente, o no respetan las líneas dobles del medio de la vía. Otros son más incívicos todavía, e intentan colarse por cualquier “hueco” en la calle, irrespetando los carriles, quizá pensando que andan sobre una bestia de carga. Debido a la falta de señales, a la apatía, a la desidia y a la poca educación, muchos conductores tampoco respetan las calles de un sólo sentido, e incluso, algunos de ellos provocan grandes tapones por no querer ceder. Los camioneros son los más salvajes y no respetan a los demás conductores, ni tampoco las indicaciones de tránsito, y no digamos nada del escándalo que arman con sus señales acústicas sin tener en consideración si hay hospitales o clínicas.
Los vehículos con alarmas, que tanto abundan, cuando suenan, el último en enterarse normalmente es el dueño, después de haber molestado a medio vecindario. Cada vez que ocurre un apagón, la calle El Conde tiene tanto ruido producido por las plantas eléctricas, que aquello parece una "sinfonía para ruido y orquesta".
En las aceras se encuentran negocios de todas clases, desde “frituras”, hasta bares, pasando por peluquerías, talleres de reparación de vehículos, ventas de frutas, de flores, de pollos, cachorros de perros, mascotas, dulces, cuadros, casetes y películas pirateados, antenas de TV, cargadores de celulares…y de todo aquello que se mueve en la economía informal. Y no digamos nada de los “espontáneos” que se sientan en la puerta de su casa, a tomar un trago o a conversar, o simplemente porque tienen calor. Lo bueno es que existe el criterio generalizado de que la acera pertenece a la casa, y por lo tanto, pueden hacer con ella lo que les venga en ganas. En realidad la acera es para los peatones, y pertenece al Ayuntamiento.
A propósito del cabildo, si el alcalde ordena talar los árboles, que sirven entre otras cosas, para bajar la temperatura en este país tropical, y sin dar una explicación convincente, está cometiendo una agresión por partida doble: contra la propia naturaleza, y contra los ciudadanos quienes pierden un espacio de sombra para compartir, o simplemente para estar descansando. Entonces, que no se extrañe por las quejas y por las protestas.
Otros munícipes son menos pasivos y ocupan la acera a todo lo ancho, o una plaza de aparcamiento en la calle, para jugar dominó, o más bien, “rominó”, porque juegan y beben un trago de ron o apuran una “fría” (cerveza).
Aquí cualquiera convierte cualquier acera en un perfecto “car wash”, es decir, en un lavadero de vehículos. Pero lo mismo hacen en los parques públicos: en el Eugenio María de Hostos, en la zona verde de la calle José Gabriel García esquina calle Pina, o en el mismísimo Parque Colón, en pleno centro histórico de la ciudad, declarada como Patrimonio Cultural de la Humanidad, los lavadores de autos ponen a ¡secar las alfombras en los bancos del parque!, y la Policía Turística ni se inmuta por eso. Yo no estoy propugnando que esas personas quienes se quieren ganar la vida honradamente, se dediquen a robar o a vender drogas, sino, que se organice esa actividad, sin perjudicar a los demás y al entorno.
Existe un hábito muy arraigado culturalmente el cual es una forma grosera de malemplear la tecnología, y consiste en escuchar la música a todo volumen por la ciudad y a cualquier hora. Esto implica que un energúmeno que tenga ganas de “escuchar” la música que a él le apetece, puede despertar a medio barrio, con el equipo de su vehículo, a las tantas de la madrugada, sin que nadie le diga nada. Eso puede pasar por toda la ciudad, no sólo por las zonas de tolerancia, como serían la Feria, el Malecón, la Avenida Lincoln, o la Avenida del Puerto… Lo mismo sucede con las fiestas privadas; y de los “colmadones”, ni hablar, porque organizan un escándalo a diario. Todas estas costumbres son impropias de gente civilizada, aunque se vean como normales, repito.
En la confluencia de las avenidas Duarte y París, el escándalo es tan grande y tan estridente, con tantos ritmos y músicas, y tantos reclamos publicitarios acústicos simultáneamente, que no me extraña que hayan muchas personas con síntomas de sordera. Y en Navidad los decibelios aumentan hasta límites increíbles.
El espacio callejero nuestro está tan dislocado, que en algunas calles cada inquilino o propietario le pone el número a su casa que más le guste; eso trae problemas para la ubicación espacial del lugar, a los visitantes, a los mensajeros y repartidores, a los carteros, a la ambulancia y a los bomberos, a la policía...pero tiene la ventaja de que reafirman su gusto. ¡Qué criterio!
En el trato personal, hay demasiada gente que al hablar con otra persona, aunque sea desconocida, tienen que tocarla físicamente, en el brazo del otro, o en la espalda si están de pie; o, en la mano, o bien, cerca de la rodilla si están sentados; incluso, algunos golpean con fuerza y hacen daño.
Hay otros que comen tocando directamente con las manos cualquier cosa en la calle o en una actividad social, aunque tengan servilletas disponibles, entonces, se dedican a dar “palmaditas” en el hombro a los amigos que se encuentran, aparentemente dándoles un saludo cordial y afectuoso; pero en realidad, lo que están es limpiándose las manos en la ropa del conocido. Esta práctica es bastante frecuente, pero mucha gente no se da cuenta de ello. Para colmo, al final de una boda, o de un cumpleaños, o de cualquier celebración, terminan "arrasando" con todo, incluyendo las flores, los adornos y los globos, y se los llevan sin pedir permiso.
Ya se ha convertido en una costumbre proverbial, que en los condominios, quienes viven en la primera planta tienden a ocupar ilegalmente los jardines del edificio, y los de las últimas plantas consideran que los tejados les pertenecen por derecho propio. La ocupación de las plazas de aparcamiento de los otros es algo cotidiano en esos ambientes, lo mismo que el bloquear la salida de los vehículos de los demás. Si uno se descuida se "enganchan", y hasta le roban la energía eléctrica, o el agua, que uno paga.
No nos referimos a quienes amplían su espacio construyendo en los tejados habitaciones o “enramadas”. En el área de la Avenida Mella y en toda la Zona Colonial, existe un barrio, encima de otro barrio, incluso, hay quienes disimulan y fabrican en la parte de atrás del techo del edificio para que no se vea desde la calle. Esto no es exclusivo de nuestra ciudad, ya que es un recurso aprovechable en los países con una alta densidad poblacional, y que no tengan disponibilidades económicas.
La ocupación de terrenos también es típica del subdesarrollo, cuando el ordenamiento jurídico es muy frágil; y además, hay gente aprovechada, a quienes les gusta pescar en río revuelto. Aquí ocupan áreas verdes, terrenos privados, tierras cultivables, terrenos del Estado, espacios debajo de los puentes, las márgenes de los ríos, parques nacionales…inclusive, al Jardín Zoológico de Santo Domingo, le tienen ocupado un área estimable, y hace años que existe un barrio marginado dentro de él, y los sucesivos directivos del zoo, no han sabido cómo lidiar con la situación. El colmo es que sacan muertos de los nichos de los cementerios, sin permiso de nadie, para vender los espacios o para enterrar a un fallecido sin recursos.
Es lógico que los niños que están muy vivos quieran jugar, pero de ahí a delimitar una “cancha” en cualquier lugar, incluyendo lugares peligrosos, sin tomar en consideración a nadie, trae consigo las consiguientes molestias y perjuicios.
En la prensa nacional se ha escrito poco acerca de los cavernícolas del Malecón, o sea, de los que viven en cuevas. Cada vez que son desalojados aparecen otros nuevos. Esos “homeless”, o gente sin techo, sobreviven como mejor pueden, ocupando esos espacios, y ocupan el estamento más bajo de la pirámide social.
El Banco Central tuvo que amenazar con no admitir los billetes de banco garabateados, por los deterioros ocasionados, ya que hasta hace pocos años, mucha gente tenía la mala costumbre de escribirles consignas políticas, grafitis, números telefónicos, dibujos, caricaturas, listas de la compra, o cualquier otra cosa; aparte de la mugre y restos de todo orden que tenían. Conclusión, ya no tienen nada escrito, pero la mugre persiste.
Los propios dominicanos nos provocamos innecesariamente más estrés de la cuenta, por vivir en la incivilidad. Observen un semáforo cuando no hay energía eléctrica, y notarán que nadie quiere ceder el paso, y al final todos pierden tiempo por esa conducta tan obcecada. Una vez yo pude ver a una pareja de nórdicos muertos de la risa, una tarde en que el semáforo estaba averiado, en la esquina formada por las avenidas Bolívar y Tiradentes, porque ningún vehículo quería dejar pasar al otro.
Los ruidos innecesarios son también otra fuente de tensiones, y no digamos nada de ciertas músicas estridentes. Hay choferes, empleados de colmadones, o vendedores de casetes y discos compactos, que soportan una “música”, que más bien parecen ruidos rítmicos, y eso durante horas y a todo volumen. Otro capítulo aparte merecen los “jevos”, con sus “musicarros” o “musiyipetas” (autos o vehículos todoterreno con equipos de música potentes) que al pasar por delante de las casas hacen vibrar las puertas. Al final ellos terminan medio-sordos, por mas blindados que tengan los tímpanos. También se produce muchísimo ruido innecesario durante las interminables campañas políticas…
No digamos nada de la costumbre tan dominicana de hablar en voz alta, o bien, de comunicarse oralmente como si estuvieran peleándose, con mucha dramatización. Esos son hábitos del campo, donde a veces la gente rural tiene que salvar grandes distancias para comunicarse a viva voz. Si a eso le sumamos la humedad reinante del trópico que magnifica los sonidos, tenemos un panorama francamente negativo. Yo presencié el caso de un señor en una parada del “subway” elevado en Queens, N. Y., que hablaba por su teléfono móvil en un extremo del andén, y su voz se escuchaba en el otro extremo. Naturalmente, era dominicano.
En otros países piden disculpas por el menor roce, y aquí avasallan, pisotean a uno, incluso, golpean o empujan por las calles, y no reparan en ello. Aquellos desaprensivos que tiran basura a las calles merecerían una multa, como mínimo; la mayoría de los que acuden a los parques, al levantarse del banco deja ahí mismo su basura, teniendo dónde depositarla; lo mismo que los que escupen y se suenan las narices en plena vía pública, en el cine, en el aula o en cualquier lugar. Esa gente constituye un peligro sanitario permanente, porque la mucosidad cuando se seca, es respirada por alguien y así se propaga la gripe, la tuberculosis, o lo que sea.
En los transportes públicos se producen muchas situaciones engorrosas, por culpa del mal uso del espacio. Aunque haya poco sitio, hay pasajeros que pretenden ir con las piernas abiertas “descansando” su pierna sobre la otra persona, o con el brazo hacia atrás encima del espaldar del asiento, como si estuvieran en la sala de su casa; o bien, se tiran encima literalmente de quien está ya dentro al montarse. De la misma manera, cuando llevan paquetes no reparan en el otro que está al lado. En los autobuses hay pasajeros que monopolizan una ventanilla, sin considerar a los demás, y así sucesivamente. En los ascensores los que van a entrar no dejan salir a los que quieren hacerlo, y los que salen deberían de tener preferencia, por lógica.
En esta ciudad hay pocos mingitorios públicos, y no es raro ver a taxistas o choferes escudados tras las puertas de sus vehículos haciendo sus necesidades. De noche hasta las mujeres hacen lo mismo en cualquier calle secundaria.
Entre algunos sujetos sin escrúpulos y sin ética, se ha puesto de moda el piropear en la calle a mujeres que andan acompañadas por hombres, que pueden ser esposos, novios, conocidos, o simple amigos, y esa es una forma grosera de no respetar el territorio de los demás. Esto ya ha provocado muertes violentas.
Es tanta la tensión y el estrés que produce una vida tan atropellante y agresiva, por culpa de nosotros mismos, que no es de extrañar la gran cantidad de personas que padece de presión alta en la República Dominicana, y que cada día hayan más y más jóvenes sufriendo ataques cardíacos, según atestiguan los cardiólogos. Parece ser que la emoción, la excitación y el vivir en el caos, - y de intentar “pescar en río revuelto” - por no decir, en un gigantesco arrabal, son más importantes aquí que la salud y los buenos modales...o es que acaso nos encaminamos hacia una reedición de un "viejo oeste" al estilo dominicano.

jueves, mayo 17, 2007

ÁREA DE CACTÁCEAS DEL JARDÍN BOTÁNICO DE SANTO DOMINGO (foto: FAUSTINO PÉREZ)


CUANDO A SIR WINSTON LO LLAMABAN "LA CHUCHI"

CUANDO A SIR WINSTON LO LLAMABAN “LA CHUCHI”

Por FAUSTINO PÉREZ


Lo más probable es que el político inglés Winston Churchill no supiera dónde quedaba esta media isla adulona, aunque alguien podría argumentar que a él le daba lo mismo, y mucho menos le importaba que le pusieran su nombre a una de las más importantes avenidas de la ciudad de Santo Domingo. De todas formas nunca pudo imaginarse que a esa vía la llamarían “la chuchi”.
Hay que admitir que para cualquier hispano-hablante, el pronunciar ese apellido correctamente no es fácil, ya que la “u” no suena como en castellano, al tener un porcentaje de la letra “e”, y ese sonido no tiene ningún equivalente en nuestra lengua. Empero, eso sucede en todos los países al tener que adoptar palabras foráneas. Sin ir más lejos, en la mismísima España los hinchas del fútbol dicen “orsa”, en lugar de “offside”; y aquí los niños conocen como “tain” o “tany” al vocablo “time”, que se emplea tanto en los deportes, para pedir una pausa en el juego, ya que ellos al no cerrar la boca cuando intentan pronunciar la “m”, se queda en la letra “n”.
De todas formas los dominicanos tenemos una marcada tenencia a cambiarle el nombre a las personas y a todas las cosas; en el primer caso podría tener su explicación por si acaso algún día tuviesen problemas con la policía, es decir, que ya nos condicionan a ser delincuentes, porque sin haber hecho nada malo ya estamos con suspicacias y nos están preparando. También se sabe de gente que pretende evitar los posibles maleficios de la brujería: por ejemplo, si la persona se llama Pedro, pero le apodan Papuchi, teóricamente al hacerle la brujería, recaería sobre Papuchi, quien es un personaje aparentemente ficticio; porque él realmente tiene como nombre Pedro. Pero esta no es más que una práctica inocente, para intentar engañar a los seres malignos, y se puede perfectamente deducir y dar por descontado, que si ellos tienen tanto poder como para hacer el mal, por lógica, tienen que “saber” que Papuchi en realidad es Pedro.
Se sabe que la denominación correcta de algo/alguien es el primer paso para su diferenciación y para establecer su identidad; por otro lado, el nombre funciona como un símbolo, porque puede estar en el lugar de la persona o cosa. Es decir, que cuando se menciona a Pedro, aunque él no esté en persona, el calificativo lo representa; lo mismo sucede con una bandera la cual sustituye a la patria.
Pero ¿cómo se justifica que la mayoría de nosotros diga “Valverde, Mao”?, ya que lo correcto sería Mao, Valverde, puesto que la población es Mao y la provincia es Valverde.
¿Por qué motivo pedimos un “medio pollo”, en lugar de decir “un café”?, cuando vamos a una cafetería. En la Universidad Autónoma de Santo Domingo, le han puesto a un edificio viejo la clave de Nueva Unidad, y nadie se sorprende por esa denominación tan descabellada. En este ejemplo hay una explicación, ya que todo sucedió porque el rector de turno quiso llamarle Ciencias Jurídicas a una edificación nueva, entonces, hizo una permutación de nombres, porque el viejo antes era Ciencias Jurídicas. Pero da la casualidad de que nuevo no significa viejo, y en una universidad debería de saberse eso.
Anteriormente el Padre de la Patria se llamaba: Ramón Matías Mella. Sin embargo, ahora se ha puesto de moda decir: Matías Ramón Mella, y al final uno se queda perplejo, y no sabe cuál era el nombre auténtico.
La práctica de los nombres extraños para nuestra cultura, ha complicado las cosas. Aquí todavía no se llega a los extremos que se manifiestan en el Ecuador, en Sudamérica, pero vamos por ese camino. Las telenovelas, tambien conocidas como “culebrones”, la misma historia, los acontecimientos noticiosos, las marcas registradas y todo lo que aparece escrito…, influyen en los apelativos de los recién nacidos, pero lo bueno es que después, cuando son muy raros, sus familiares y relacionados no saben ni pronunciarlos, ni mucho menos escribirlos correctamente. Naturalmente que esa tendencia propicia la aparición de apodos. Así tenemos que a Heidi, le dicen Jedi, a Wolfgang, lo llaman Kalí, a Madeinusa, se lo acortaron y la conocen como Made; a Jislaine, la apodaron Yili, y así por el estilo.
La simplificación muchas veces surge por la dificultad como ya vimos, y en parte se justifica con nombres como: Tiznaria, Braudelina, Casiomara, Jacalahuila, Sastokovitch, Heisbisnettyana, Clecensiotara, entre otros. Hay casos aún más desconcertantes como un hombre llamado Pamela, o bien, otro que se llama Yaquilandia; también están las mujeres que responden a los apelativos de Lesbia o Lesbiana, o los varones que tienen como nombre de pila Froilán, que suena parecido a “señorita” en alemán.
Por otro lado existe una tendencia muy arraigada y antigua, considerada como algo normal entre nosotros, que consiste en llamarle a la persona por su equivalente en inglés, así tenemos que Roberto se convierte e Robert, Francisco se transmuta en Frank, Juan es Johnny, y así por el estilo. Precisamente yo recuerdo el caso de un joven que conocí en un campo de Puerto Plata, que se llamaba “Juan Johnny”, y él desconocía que Johnny significaba Juanito.
Esta vieja moda de imitar los nombres del imperio del norte, llega más lejos aún, y la Policía Nacional no se queda atrás con su equipo de intervención rápida conocido como SWAT. Yo quisiera saber por curiosidad cuántos efectivos del cuerpo policial saben lo que esas siglas significan, y si saben escribirlas sin abreviarlas: Special Weapons And Tactics. También, ocurre lo mismo con las ambulancias que ponen Ambulance. En parte se podría comprender en los vehículos de la policía turística cuando dicen: Police.
Algo similar sucede con los autobuses de trasporte público importados de segunda mano, que son reciclados, pero no les quitan sus letreros originales en inglés, con lo cual cometen una ridiculez, tales como: SCHOOL BUS, o, YIELD RIGHT OF WAY, etcétera.
Otro problema diferente son aquellos padres más originales, e incluso excéntricos, que nombran a sus hijos con una especie de acrónimo, combinando sílabas de palabras disímiles, y en ese tenor tenemos a la chica llamada “Pridosa”, porque era la “primogénita”, y de ahí tomaron la sílaba “pri”, y nació en “domingo”, y por eso la sílaba “do”, aquí en “Santo Domingo”, de donde sacaron la sílaba “sa”; lo mismo sucedió con el joven Ravio, hijo de “Rafael” y “Violeta”; o con la hija de María y Joaquín, a quien bautizaron con el nombre be Marijoa.
Hay veces que la persona no puede remediar la combinación extraña, en especial en sus apellidos. Una vez yo sufrí una caída y tuve un desgarramiento en el codo, y cuando me llevaron a la clínica me remitieron, para sorpresa mía, a un traumatólogo muy conocido y competente a quien llamaban el “doctor librito”. Nunca me imaginé que sus verdaderos apellidos eran: Lee Brito, de padre chino y madre dominicana. O aquel compañero de estudios, en el mismo caso de apellidos curiosos que el médico, que se apellidaba: Marco Cuadrado.
Otro problema surge con las faltas ortográficas, al ir a declarar el nacimiento de un hijo ante un funcionario chapucero, descuidado y semianalfabeto quien testifica que el niño se llama Henrry, en vez de Henry; o la niña lleva por nombre Elisabet, en lugar de Elizabeth.
Existe una variante que consiste en las personas que “creen” que su nombre se escribe de una determinada manera, y luego cuando tienen que sacar su acta de nacimiento siendo adultos, se llevan la gran sorpresa cuando se percatan de que realmente su nombre de pila no era Ailsa, sino Airsa; o Paola, en lugar de Paula.
Hay dominicanos que se sienten con la libertad de cambiarle el nombre al otro, lo cual es una falta de respeto, y así Paulina se convierte en Paula, y Celeste en Celestina, siendo nombres diferentes. Lo que es peor aún, hay individuos que responden a cualquier nombre. Ustedes puede hacer la prueba en un autobús, y le pueden llamar Pedro, Juan o Yovany al cobrador, que comoquiera atiende, y en realidad, a él le da lo mismo con tal de que uno pague; y a algunos hasta les gusta que nadie sepa su verdadero nombre.
Hay apelativos que no son exclusivos de un género específico, en especial aquellos terminados en la consonante “s”, como por ejemplo: Dionis, Odalis, Oriolis, Yaneris…
Otro problema diferente y que puede producir una confusión involuntaria, - o voluntaria a veces - , son aquellos nombres de gente conocida, principalmente en los medios, como Zoila, o Myrna, o Freddy, que hasta que no se dice el apellido, no se sabe de quién se está hablando.
Con los nombres acaece algo muy curioso, y es que la gente tiende, aunque no se dé cuenta, a atribuirles determinadas cualidades a las personas que los llevan, incluyendo características físicas, aún sin conocerlas. Por ejemplo, si a uno le dicen que una mujer se llama Patricia, no piensa igual que si le informan que la conocen como Bartolina. No es lo mismo llamarse Diana, que Hermelinda. Cada nombre produce unas evocaciones diferentes. Lo mismo sucede con los hombres. Piensen en Jaime y en Arquíloco, por poner dos ejemplos.
Cuando los padres les ponen a sus hijos sus mismos nombres pueden provocar una crisis de identidad involuntaria en ellos, y el primer problema que se plantea es cómo diferenciarlos. De ahí surgen muchos apodos al llamar Tinita a la hija de Argentina, o Tomasito al vástago de Tomás.
En España a María Luisa la conocen como Marisa, pero aquí hemos sacado numerosas combinaciones: Marisa, Maritsa, Maritza…
En cuanto a los apelativos de las cosas, en el país al igual que en otros, empleamos eufemismos, porque cuando estamos en un lugar público y preguntamos por el baño, nadie está pensando en bañarse precisamente. Entonces por qué no decimos “evacuatorio”, o “mingitorio”. Yo pienso que mucha gente no entendería esa pregunta. Existe, de hecho, otro término más sutil como podría ser el de “excusado”. En ese mismo orden de ideas, hace ya un cierto tiempo se puso de moda decir “empleomanía”, por querer significar “plantilla” o “el personal”, o bien, “la nómina”. Sin embargo, empleomanía quiere decir: “afán con que se codicia un empleo público”, que no es lo mismo.
Los verbos que se inventan o que son adaptados en este país no se quedan atrás, como podrían ser: “letrinizar” (construir letrinas), “afueriar” (dejar afuera), “ninguniar” (menospreciar), “narigonear” (conducir o llevar a alguien a pesar de su voluntad), “mariconiar” (comportarse como gay), y así por el estilo.
Igualmente, están las “adaptaciones” del inglés norteamericano, que se han convertido en barbarismos imprecisos, como por ejemplo: “friquiao”, “juquiao”, “ta jevi”, “ta cul”, “janguiao”…, que para algunas personas, son verdaderas muletillas orales. Pero eso mismo hacen en la vecina isla de Puerto Rico, cuando dicen: “brown”, en vez de “marrón”.
Hay adjetivos con el mismo origen que tienen un amplio uso, y quizá uno de los preferidos sea “jevi”, (heavy), como ya se dijo; pero existe otro más popular aún, y es: “full”, (“lleno”, o, “completo”, en inglés). Aquí decimos: "plan ful", "plan semi-ful", “ful de tó”, “cama ful”, “un litro ful”, “ful color”, “’toi ful”, “coronel ful”, “seguro ful”, "planta eléctrica ful", "ascensor ful"…; en parte rivaliza con “powers”: “se compró un carro con "tó' lo pauer”, en vez de decir “con todos los accesorios”. Por otro lado, al vehículo todoterreno aquí le llamamos “yipeta”, parodiando la antigua marca de “jeep”; de yipeta han sacado “yipetica”, para el modelo pequeño, y “yipetón”, para los de gran tamaño. Lo que conducen las yipetas son “yipetuses”, y cuando son funcionarios y adoptan una determinada actitud ante los demás, entonces, viven en la “yipetocracia”, con su "yipetomanía".
Para leer esto yo les recomiendo un buen “aire”, o un “aire acondicionado”, que equivale a un “acondicionador de aire”; y siguiendo con la tónica del surrealismo dominicano, que se tomen un rico “jugo de pera-piña”, preparado nada más y nada menos que a base de arroz, cáscara de piña, pero sin nada de pera.

miércoles, mayo 09, 2007

JARDÍN BOTÁNICO FANTÁSTICO 3 (foto: FAUSTINO PÉREZ)


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"DESPREOCÚPATE, QUE LO TUYO ESTÁ CAMINANDO"



“DESPREOCÚPATE, QUE LO TUYO ESTÁ CAMINANDO”

Por FAUSTINO PÉREZ

El tiempo dominicano parece que se vive “cabalgando” permanentemente sobre unos puntos suspensivos…
Uno de los autores que más ha estudiado el tiempo en sus diferentes vertientes es E. T. Hall, las cuales quedan esbozadas en su obra: “The Silent Language” (que podría traducirse como: El Lenguaje Silente). En este trabajo Hall explica que hay países y/o personas en los que predomina un “tiempo sincrónico”, es decir, que suelen hacer una cosa detrás de la otra; por ejemplo, alguien que se levante por la mañana, y ya tenga su rutina para irse a trabajar: se levanta, enciende el televisor, se asea, desayuna, se viste, se despide, pone en marcha el vehículo.... En contraposición tenemos al “tiempo policrónico”, en el cual se hace todo simultáneamente; como sería una ama de casa que cocina, lava la ropa, atiende el teléfono, mientras el niño llora, y tocan a la puerta… Estos conceptos son parcialmente válidos aquí donde predomina el tiempo-ocioso, es decir, que la gente busca, anhela y trata de “llenar“ el tiempo libre, arduamente conquistado, precisamente, no haciendo absolutamente nada. Lo que podría llamarse una absurdidad al cuadrado, porque se trata de algo irrecuperable.
Si empezamos por nuestros gobiernos, fácilmente comprobaremos que aquí en el país tenemos miles de obras públicas, que son abandonadas sin terminar, correspondientes a diferentes administraciones. Otras son acabadas de mala manera, con numerosos vicios de construcción, debido a la premura con fines electoreros y al latrocinio, y luego no se le exigen responsabilidades a nadie. Y en una tercera categoría se encuentran las que sí son concluidas, pero entonces no se les da mantenimiento y se deterioran; y así continúa el ciclo, porque luego tienen que gastar ingentes sumas para restaurarlas.
Todo ello se debe a que en la mayoría de los cargos, son nombrados “activistas” adulones, en vez de personas competentes, y esa es la causa principal de los grandes despilfarros que se producen a diario en el país. Yo me atrevo a proponer que a la nación le saldría muchísimo más barato, tener a esos inútiles a sueldo, pero sin hacer nada, para que no tengan qué administrar los recursos provenientes de los impuestos, porque siempre cometen unos desastres. Naturalmente, que a ellos no les va gustar así.
Existe además una variante, que son aquellos trabajos que son “pensados con los jarretes”, por ignorancia o por mala fe para que se dañen rápidamente, y así tener que reconstruirlas. Por ejemplo, resulta descabellado e ilógico que el Malecón de la ciudad se inunde cada vez que llueva teniendo el mar al lado; ese hecho debería de darle vergüenza a los ingenieros involucrados, por esa chapucería de drenaje. Más estúpido fue la “fuente cibernética”, que costó millones y que se montó en el mismo paseo marítimo, con el mar detrás; pero nuestros alcaldes están más interesados en sus bolsillos que en administrar los dineros del cabildo. A ellos les importa un comino que el salitre y las olas sean incompatibles con los equipos electrónicos sensibles. Esa suerte también la corren las demás fuentes de la ciudad, por eso Santo Domingo bien podría llamarse la “capital de las fuentes sin agua”. Los arquitectos se empeñan en diseñar fuentes y luego los responsables las dejan deteriorar, y se convierten en hospederas de alimañas de todo tipo.
Otro caso, - de los miles que hay - , son los llamados “semáforos inteligentes”. Se gastan un dineral en ellos y luego, tienen a gente bruta controlándolos, y ¿qué sucede?, se estropean rápidamente. En otros países los semáforos duran años y años, y aquí es preciso cambiarlos o reponerlos en poco tiempo. Si uno visita a Roma, París, Nueva York, Londres, Quebec, Bogotá, Caracas, Moscú, Tokio, Madrid o Buenos Aires, Río De Janeiro, Ciudad de México, o Ámsterdam, y así a cualquier ciudad organizada del mundo, y regresa una década después se encontrará con los mismos semáforos. Pero aquí en diez años los habrán sustituido no sé cuantas veces.
Nuestros síndicos se suceden uno tras otro, y todavía es posible apreciar en las calles Pina y Las Mercedes, del centro de la ciudad, entre otras, ¡las argollas que se usaban en el siglo XIX!, para atar las bestias de carga y transporte. En la misma zona aún perduran, los soportes de los parquímetros que se instalaron en los años de la década del 50 del siglo pasado, cuando Trujillo estaba en su apogeo, y después de eso es “mucho lo que ha llovido”. En el Malecón quedan impertérritos sobre las rocas, los restos de los bancos de hormigón que destruyó el huracán David en el 1979.
En nuestra mentalidad merenguera, porque avanzamos de lado, así como bailamos, todavía no se le ve una solución a la vista a los problemas de la recogida de la basura, o de los perros callejeros sin dueño que son un peligro sanitario permanente, o de los apagones, o bien, de la invasión pacífica haitiana…ya llevamos décadas esperando que se haga algo realmente efectivo.
Y luego demagógicamente se afirma que se va a erradicar la pobreza, o que se va a resolver el problema de la corrupción, o que ya la delincuencia está bajo control. En el mismo tenor se promete que al narcotráfico se le está ganando la batalla, y que el lavado de activos tiende a desaparecer. También se asevera que ya están controlados los viajes ilegales hacia puerto Rico. Y como dicen los gringos: “that’s all bullshit”.
No digamos nada de los refugiados del huracán David y de la tormenta Federico, del año 1979, quienes permanecen en sus refugios esperando una ayuda que nunca les llega. Yo les recomendaría a las víctimas del huracán Georges, que tengan paciencia, porque el año 1998 fue ayer, comparativamente hablando.
Yo he sido testigo cuando rescatan a un bañista que se estaba ahogando en la playa, de cómo lo dejan morir, porque los rescatistas, tienen que mandar a buscar la camilla a la tienda de campaña, en lugar de prestarle ayuda inmediatamente ahí mismo, y el mensajero lo hace con toda su calma. Cuando llegan, ya es demasiado tarde.
En otros espacios, como en las oficinas públicas, el poco trabajo que tienen que hacer lo dejan acumular hasta el último momento, y luego pretenden realizarlo apresuradamente en un frenesí laboral inexplicable e incontrolable. Perecería que imitan a los mismos huracanes, e incluso, hasta madrugan para terminarlo.
Ese mismo comportamiento lo reproducen los estudiantes, que se pasan de holgazanes, entonces, el día antes del examen pretenden asimilar y recuperar todo lo que no hicieron durante meses. Si alguien deja de comer una semana, al final de la misma no se puede ingerir las siete comidas juntas, y eso es precisamente lo que ellos tratan de hacer pero a otro nivel.
Los organizadores de cualquier concurso, tienen que calcular de antemano que es muy probable que se vean precisados a conceder uno o varios plazos de prórroga; de idéntica forma se hace para “sacar la placa” del vehículo.
Todos sabemos que los actos públicos o privados casi nunca empiezan a tiempo en el país; por eso se cuenta que en una ocasión fueron unos dominicanos a un congreso en Alemania, y siempre les pasaba lo mismo: ¡cuando llegaban, ya estaban terminando las ponencias!
Hay gente que le informa a uno que vendrá de visita por la “tardecita”, lo cual implica que puede llegar desde la una de la tarde hasta las nueve de la noche. Pero lo mejor del caso es que son capaces de no hacer acto de presencia, y ni siquiera se disculpan o llaman por teléfono avisando, porque ellos creen o intuyen que el afectado que los está esperando, puede adivinar la causa de su no comparecencia.
Cualquier carpintero o sastre, es un experto en prorrogar las fechas que nos dieron, para la entrega de los trabajos, y encima, tratan al cliente que paga, como si le estuvieran haciendo un gran favor.
Parece mentira que mucha gente ande por la calle sin reloj, aparte de aquellos que llevan puesto uno que no funciona. En este apartado incluyo a profesionales y a ciertas personalidades conocidas. Todos parecen guiarse por un misterioso cronómetro biológico; entonces, no es de extrañar que tantas personas lleguen tarde a las citas. Uno se maravilla de cómo pueden coincidir en el tiempo y el espacio con sus amistades; y si dependen de los transportes públicos, ahí es que la cosa se complica.
Son incontables las mentiras piadosas, las falsas explicaciones y las excusas pusilánimes, que damos para no hacer ni resolver nada: “despreocúpate”, “ya lo tuyo está caminando”, “yo lo voy a buscar”, “no hay problemas”, “yo vengo de una vez”, “¡tú si te apuras!”, “déjalo así…”, “nos comunicamos”, “yo te llamo o voy por allá”, “el cheque ya está listo para la firma”, “eso viene…”, “yo te lo resuelvo”, “cógelo suave”, “no tuve tiempo”, “no me doy cuenta”, “cógelo con su avena”, y así por el estilo. Lo más probable es que no tengan ni la más mínima noción de lo que va a suceder.
Existe una práctica social que ni siquiera en los países ricos se hace, y consiste en salir a dar vueltas en sus automóviles, sin saber a qué sitio van, sin tener nada qué hacer, y ni a dónde ir tampoco. Esto es bastante frecuente aquí, y suele hacerse para aliviar el tedio, sin pensar en que el combustible está muy caro.
No nos olvidemos de aquellos que aceptan toda clase de bienes de consumo a crédito, o bien, todo el dinero que les presten y todas las tarjetas de crédito que les ofrezcan, desconociendo cómo van a pagar sus cuentas en el futuro. De paso hipotecan sus vidas. Hay gente que sin tener necesidad alguna, se meten en tantos líos financieros que debido a los descuentos, llegan a cobrar un peso simbólico en el trabajo, porque deben demasiado.
Otros hacen lo contrario, es decir, que posponen su visita al médico, hasta que han sobrepasado el límite de la tolerancia física, y entonces, cualquier tratamiento resulta ineficaz. Se les hace tarde.
Muchas personas no tienen conciencia del valor del tiempo, porque es lo único que no puede ser recuperado, ya que la salud y el dinero sí son recuperables, aunque no siempre. Una vez hubo un choque aparatoso en la esquina de mi casa, entre un autobús un camión, el suceso aconteció a eso de las seis de la tarde, y todavía a las tres de la madrugada había gente comentando y contemplando los vehículos.
Si uno sale temprano a la calle, podrá contemplar a individuos parados en una esquina cualquiera a las siete de la mañana, a lo mejor fumándose un cigarrillo plácidamente, o sin hacer absolutamente nada.
En el lenguaje cotidiano se reflejan los criterios acerca del tiempo. Se sabe que los mexicanos emplean el diminutivo “ahorita”, para indicar lo opuesto a lo que se pretende comunicar entre nosotros; o sea, que equivale al “ahora mismo” nuestro; sin embargo, el “ahorita” dominicano, que significa “más tarde”, viene a ser tan indefinido y etéreo, que puede ser eterno. Aunque esto yo lo sabía, a fuerza de la costumbre me olvidé de las variaciones del idioma, y cuando estuve en Ciudad de México llamé a la recepción del hotel para pedir un maletero “ahora”, y me contestaron que “ahorita”, y yo insistía que era “ahora” que lo necesitaba, que no era “ahorita”, pensando en dominicano. ¡Hasta que me di cuenta que estábamos diciendo lo mismo!
Una vez cuando el servicio de correos nuestro estaba en sus buenas y en sus anchas, en tiempos del presidente Balaguer, yo envié una carta urgente y certificada desde España, comunicándole a mi familia que venía al país de vacaciones; pero resultó que yo llegué a los diez días y todavía mis familiares no habían recibido dicha misiva. En otra oportunidad, ya para la década de los años 80, mandé un documento como carta certificada para la misma ciudad de Santo Domingo, y a los tres meses me la devolvieron “porque en ese sector el cartero estaba enfermo”.
No sé si me he expresado bien con estas pinceladas de nuestra cultura. De todas formas “despreocúpense, que lo de ustedes está caminado”, “yo vuelvo ahorita”.











jueves, mayo 03, 2007

JARDÍN BOTÁNICO FANTÁSTICO 2 (foto: FAUSTINO PÉREZ)


MODESTO PARA SERVIRLE





MODESTO PARA SERVIRLE



Por FAUSTINO PÉREZ





-¿A dónde vas Modesto?

-El SER en oposición al ANTISER, muy bien estudiado en la NOSERología METODOLÓGICA, traza un surco en espiral alrededor de la SÚPERNADA; lo cual queda expresado por el TODO, resultante de la mutación epistemológica y epidemiológica simultáneamente, con ramificaciones gnoseológicas; eso es algo que quedó citado magistralmente, tiempo ha, en el PENSAMIENTO LABERÍNTICO. Yo no pretendo, en modo alguno, eliminar la OTREDAD ONTOLÓGICA, ni tan siquiera comunicarme fenomenológicamente, con la EXTERIORIDAD, ni mucho menos con el conocido precepto del YO-ORGÁNICO, que tú dominas, sin lugar a dudas, según me consta. Pero es que tu pregunta desborda el marco conceptual, e incluso, el ámbito de la pluralidad del texto concebido y analizado concienzudamente, y por otro lado, esgrime muchas incógnitas ESPACIO-TEMPORALES. El archivo visceral inquisidor, del PUNCTUM de Barthes, - no por ello menos informal - , que tú planteas, es a todas luces una simulación pro-forma apriorística, penalizada por una tangencialidad, más que nada envolvente, y además, remite al origen darwiniano de la evolución de la especie humana. No, no, ésta no es en absoluto una manera de alejarnos del punto de partida intelectual, ni tampoco de provocar ambigüedades retóricas; en cambio, si acotamos una frontera imaginaria entre las psiques reduccionistas y la actitud anti-matérica, tal como se plantea el dilema a raíz del papel del hipotálamo del melómano, en el desarrollo de la presencia del SER, y la omnipresencia del NO-ESTAR; de esa manera ortodoxa retornaremos a los introitos del razonamiento indirecto, pero sólo con una pizca de silogismos y sin ningún tipo de eutanasias. Esto está claramente emparentado, con la idea propiamente dicha, la idea tomada conceptualmente, o sea, la idea como idea, y simultáneamente como ideograma, en oposición al pensigrama, pero, con reminiscencias rizomáticas. Es como un “MEME”, pero elevado al cuadrado, sin las repercusiones excluyentes, aparte del daño que como virus puede provocar. Claro está, la involución fito-genética, provocada por la versión sartreana de los hechos, en relación a los viajes de CRISTOBAL COLÓN, con claras ramificaciones merleau-pontyanas, que dominaban, o quizá debería de decir, monopolizaban, y en ciertos instancias matizaban el pensamiento occidental chomskyano, no es suficiente. No obstante, todo lo anterior no es más que un simple referente churrigueresco, o para otros más escépticos, es, nada más y nada menos que un vulgar “constructo”. Tu cuestionamiento inquisitivo, a la par que obnubilante, con repercusiones que trascienden los movilgramas de la diáspora, ralentizado, y probablemente provocado con líneas de dirección atípicas; es decir, que se asemeja a ciertos vectores, que por definición carecen de sentido, y concomitantemente remite a la relación ARRIBA-ABAJO y DELANTE-DETRÁS, típicas de la filosofía kantiana. Otra faceta, que quizá extralimita el alcance del “dónde”, y que transmite y conduce a una hilación filigranesca entre el “AQUÍ” y el “ALLÁ”, o sea, un vínculo transitado y talvez emperifollado, que a su vez establece una soldadura indisoluble con el ORIENT EXPRESS, de tal forma que la metáfora del “lugar aparente” conjuntamente con la condición deliberada del hecho “ex post” permiten en sí mismos, conjeturar lo que se desprende y, es probable, que se vislumbre en el mismo razonamiento. Empero, las cosas no son lo que aparentemente son, aparte de la movilidad como ilusión tibetana y el “jet-lag” de la cultura Pop estadounidense, que sin lugar a ninguna duda tiene su incidencia, parecido al “analogón”, como ya sospechas. Las maletas de tu imaginación no podrán pasar nunca la prueba de los rayos-x de la censura de la ILUSTRACIÓN. Cuando Umberto Eco formuló el concepto de “los MEDIA al cuadrado”, no estaba pensando precisamente en las estrellas de Bollywood, por muy bellas que sean, ni tampoco en el “fin de la historia” de Francis Fukuyama que ha quedado desfasado; ni siquiera su ego y su ALTEREGO le permitían las abducciones, y mucho menos las trasmigraciones. Se trata indudablemente de un asunto de simple empatía, que no tiene nada que ver con la rotación y la traslación del globo terráqueo, ni mucho menos con la SINESTESIA; fue sencillamente un paseo por los diferentes hemisferios cerebrales. El salto cuántico de Stephen Hawking, probando la ingravidez, y tratado como un pelele espacial, no significó un avance en las teorías de los “AGUJEROS NEGROS” y las súpernovas, y ni siquiera las colisiones matéricas auguran un futuro promisor. El calentamiento global, podrá o no, acelerar los desplazamientos de un ATILA cualquiera, pero lo que nunca hará será que logre germinar la semilla del interés en tu mente desértica, sin embargo el fenómeno del NIÑO, seguirá su curso. Tanto si vas al Polo Norte o a la Antártica, o subes al Aconcagua o al Kilimanjaro, te tropezarás con los mismos guijarros, lo único que más fríos que los del patio de tu casa, y ya sólo te falta darle “la vuelta al mundo en ochenta días”, en un globo-sumergible desinflado. Si lo prefieres, te puedo invitar a degustar un helado en barquilla, antes de que las auroras boreales nos dejen turulatos, o bien, que los chivos que no son expiatorios dejen de comer en el horizonte del más allá. Aprovecho la oportunidad y con gran regocijo te anuncio, que tus cavilaciones teleológicas plenas de significados finiseculares, te podrían convertir en un ente existencial, o quizá, en un cancerbero del infierno, porque hay cosas que no deben de preguntarse. Esto no es una contradicción, ni mucho menos una ironía, porque la cosmogonía de tu alegría con desparpajo arrebatado, remata, a su vez, los intersticios ebrios de la sinrazón, y a la vez, se enhiesta como un canon coterráneo, con todo y su intríngulis sin ambages. Te percibo un poco aherrojado, hasta que llegues a una contrición de tu cosmovisión, o a una corporeidad cognitiva, sin un hálito de enojo, cual poseído por una alquimia proteica. Déjate de veleidades que son las que enajenan y te conducen por un entramado voyerístico, pródigo en estrecheces con estertores para un ulterior malabarismo. Es como un escalpelo que se prodiga al unísono, o un entramado señero e irrefutable con vítores y aleluyas, pleno de magmas pegajosos que subvierten la textura acrisolada del clítoris. Únicamente te planteo que “si ves a CRUCITA YIN me la saludas”, o al “COLMADÓN-PITEKUS” con su aureola de autosuficiencia, para que no te empalagues con las imágenes del planeta KOLORUUM. Aparte de la relación perfecta entre el pasaje temporal y el desplazamiento físico. Todo lo anterior se enmarca en un FONEMA originario de las estepas indo-europeas, por donde los HUNOS mearon, y el CONCORDE pasó en tiempos mejores; y para contestar tu pregunta capciosa e insidiosa, y después de estos brevísimos prolegómenos, permíteme citarte un NOEMA, sacado del más grande filósofo de otras latitudes, e incomprendido como nadie: Juancito Trucupey…
-Pero Modesto, aún no has contestado mi pregunta
-Está claro que te perdiste y no has podido seguir mis conceptos, y eso que he simplificado mucho. Es más, déjame decirte que tengo la corazonada de que eres nada más y nada menos que un vulgar ignorante. Está claro que no puedes digerir toda mi ciencia.
-Bueno, no hace falta que me insultes, porque te he hecho una simple pregunta por mera curiosidad.
-Desde luego, no tienes capacidad para entender nada, y además, adoleces de una preparación intelectual como debe de ser. No me vengas conque lo que yo afirmo es algo ININTELIGIBLE.
-Está bien, ¿me lo dices, o no me lo dices?
-¡Y a ti qué te importa!
-¡Vaya MIERDEMA!